Vivir fuera de México es toda una experiencia. Extrañas tu casa pero al mismo tiempo descubres un nuevo hogar, con nuevos amigos y nuevas vivencias. Pero por más que disfrutes, hay 20 cosas que todo los mexicanos haremos en el extranjero:
1. Extrañar todo aquello que pique.
Desde las papas hasta los dulces, todo lo extrañas. Tu corazón añora unos rancheritos, unas papas adobadas, unos Takis Fuego, un pelón pelo-rico, una paleta de sandía, un Miguelito o un Pulparindo. Darías tu reino por todo aquello que amenaza con escaldar tu lengua de la manera más deliciosa posible.
2. Desayunar mucho.
Pero muchísimo. El comenzar tu día con un pan tostado y un café es algo inimaginable. ¿Cómo puede toda esa gente tener energía para el resto del día? Mínimo unos chilaquiles con huevos revueltos, frijoles, un poco de fruta, un jugo, un café y un cereal, por favor.
3. Condimentar todo.
No sólo con Tabasco. El echarle albahaca, cilantro, orégano, perejil o inclusive pimienta a la comida es algo normal para nosotros. ¿Comer huevo o carne sola? Jamás. Aunque sea échale un poco de sal.
4. Alburear.
No importa si estás en España, Argentina, o cualquier otra parte del mundo. Vas a alburear. El que te digan “coge esto”, “¿y la chaqueta?” o “el culo de la botella” genera una serie de imágenes prosaicas en tu cabeza. No mientas.
Y lo mejor es cuando te preguntan si comes chile. Ay, amigo, pa’ qué te cuento…
5. Celebrar un cumpleaños “a la mexicana”.
Seguramente, en casa lo festejas con una reunión o saliendo a un bar. Pero afuera, a ver quién te detiene buscando tequila, un pastel, una piñata y hasta mariachis. Y pobres de tus amigos si no saben cantarte Las Mañanitas, porque claro está que se los vas a enseñar.
6. Poner a prueba tu pronunciación (y la de los demás).
Si estás en algún país en donde no se hable tu lengua materna, es probable que tus amigos intenten corregir tu pronunciación.
Tendrás dos opciones: 1) Aceptar la crítica constructiva, y trabajar en tu pronunciación. 2) Retarlos a decir Huitzilopochtli o Quetzalcóatl. A ver si pueden los burlones.
7. Reconocer a tus compatriotas gracias a una pequeña palabra.
Rima con “buey”. Es como si sacaran una bandera y la ondearan enfrente de ti. Sabes que hay alguien más en tu misma situación, y automáticamente se convierte en tu amigo.
8. Cruzar las calles donde debes, y no donde quieres.
La hermosa tentación de querer cruzar en medio de la calle sólo porque no vienen ningún coche, o cruzar antes de que el semáforo peatonal marque verde simplemente porque todos los coches se detuvieron. Maldita sea la civilización.
9. Bañarse diario (y usar desodorante)
Sobre todo si estás en Europa, es probable que tus amigos se sorprendan de que tengas que darte un regaderazo diario. O que uses desodorante. Allá, el ir au naturel con jugo humano de tres días es algo normal. Ve preparando tus fosas nasales para los olorosos encuentros.
10. Echar fiesta donde sea.
No importa si es en la calle, en un restaurante o en un antro. Nadie va a detener que bailes, que eches porras o que le enseñes a todo el bar las típicas canciones para tomar. La fiesta la impones tú, simplemente por ser mexicano.
11. Groserías por doquier.
Probablemente jamás habías tenido que lavarte tanto la boca con jabón. Algo tiene el estar en otro país – sobre todo en los que no se habla tu idioma – que libera tu lengua, soltando un léxico que haría que tu abuelita temblara.
12. Hablar mucho, y muy rápido.
¡Quepedoweycómoestáshacemuchoquenoteveo! Así nos escuchan los demás. Y cuando nos encontramos otro mexicano, es peor. Pero este platicador hábito tiene la grandiosa consecuencia de brindarte amigos a cualquier hora, en cualquier lugar.
13. Construir un altar en el cual adorar a tu amado México.
En la esquina de tu cuarto, a plena vista, siempre encontrarás tu bandera de México, tu santa madre, un rosario, una calaverita, tus provisiones de delicatessen mexicanos (entiéndase, salsas Valentina, dulces y papas), un sombrero de mariachi o un poncho, y alguna foto de tus seres queridos.
El arte de hacer ofrendas lo tenemos instalado desde la primaria. Estar en el extranjero no hace más que exacerbarlo.
14. Gesticular (mucho).
No importa si crees que eres más tranquilo que una estatua – el mexicano es una de las personas más expresivas, y sobre todo en el extranjero. Al contar una historia, alzamos las cejas, imitamos las voces de los demás, hacemos aspavientos con las manos, y nos ponemos de pie. En el extranjero, todos los mexicanos somos actores, y el mundo nuestro escenario.
15. Emocionarte cuando encuentras un pedacito de México en el extranjero.
Se te hincha el corazón, se te aguan los ojos, y se te pone la piel chinita al ver tu bandera, escuchar Cielito Lindo o simplemente encontrar un lugar donde el mole sabe casi como el de México. Aunque cabe aclarar que este pedacito de México por lo general lo encontramos en forma de mezcal. Por ende, la emoción.
16. Hacer amigos en todas partes.
Sabes que si alguna vez regresas, tendrás 20 casas en 15 países diferentes en las que podrás dormir.
17. Ingeniártelas para arreglar las cosas.
¿Se descompuso el excusado? No, no vamos a llamar a ningún plomero que cobre en euros. Pásame un hilo dental y una cuchara, ahorita lo arreglo.
18. Sacar a relucir tu mariachi interior.
No importa si odias las rancheras o a Vicente Fernández. En el extranjero, cantas esta música con toda la fuerza de tus pulmones, y te sabes la letra completita. ¡PORQUE VIVA MÉXICO, C@#$%!
19. Intentas definir una y mil veces la palabra “naco”, y fallas rotundamente.
Es imposible.
20. Y finalmente, JAMÁS DEJAS DE PRESUMIR A TU PAÍS.
En México esto se hace así y asado, y esta fiesta significa tal. Repites la frase “Uuuuy, cuando vayas a México, te voy a enseñar esto. ¡Te va a encantar!”. Te das cuenta de lo orgulloso que estás de tus orígenes, y de que jamás los cambiarías por nada. Al final, el viajar y conocer otra cultura expande no sólo tus horizontes físicos, sino personales. Y te das cuenta que puedes ser ciudadano del mundo, tener hogares en distintos países, y seguir siendo mexicano.
Y tú, ¿qué más has sentido al estar fuera de México lindo y querido?
Escrito por Daniela Gonzalez. Si te gustó este artículo, ¡por favor compártelo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario